Hace ya mucho tiempo (afortunadamente) que los mercados financieros no se veían en la tesitura de tener que cotizar una posible eventualidad bélica, a gran escala. La última vez que esto ocurrió de manera clara fue en relación a los atentados del 11 de septiembre y las posteriores intervenciones de la coalición internacional, liderada por EE.UU., en Iraq y Afganistán. La situación que hoy se plantea es, en realidad, muy distinta a la de 2001. Seguir leyendo