La inversión sostenible no es algo pasajero. Es una manera de invertir que combina rentabilidad financiera con responsabilidad ambiental, social y de gobernanza (ESG) que busca una perspectiva más amplia. Su objetivo es sencillo: gestionar mejor los riesgos y generar rendimientos sólidos y duraderos con el objetivo de impactar con nuestras inversiones.
A continuación, Pilar Bravo, directora de Desarrollo de Negocio en Finacces Value, explica de forma clara por qué este enfoque está ganando terreno y cómo puede ayudarte a construir carteras más robustas, tal y como desarrolló en el webinar organizado por EFPA España.
¿Qué es la inversión sostenible?
Es un enfoque de inversión que busca incorporar factores ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) a sus decisiones sobre inversión, con el fin de gestionar mejor los riesgos y generar rendimientos sostenibles a largo plazo. Se trata de analizar cómo una compañía impacta al entorno, a las personas y cómo se gestiona internamente.
La incorporación de factores extra financieros en la gestión tiene múltiples ventajas ya que permite:
- Mejorar la gestión del riesgo.
- Mayor sostenibilidad de la rentabilidad a largo plazo
- Acceder a nuevas oportunidades de inversión.
- Reducir la volatilidad.
- Cumplir mejor regulaciones actuales y futuras.
- Mejorar la reputación del inversor.
- Contribuir al desarrollo sostenible.
- Invertir de forma sostenible y responsable no implica renunciar a la rentabilidad a largo plazo
Los ODS: un marco global para avanzar
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), también llamados Agenda 2030, son 17 metas creadas por Naciones Unidas para construir un futuro más justo, próspero y sostenible.
Constituyen un conjunto de 17 objetivos globales interconectados destinados a mejorar la sociedad, la sostenibilidad ecológica y la calidad de vida, y que abarcan una amplia variedad de aspectos relacionados con la sostenibilidad, que van desde la eliminación del hambre y la lucha contra el cambio climático, hasta el fomento del consumo responsable y la mejora de la sostenibilidad en las ciudades. El propósito fundamental de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la paz y prosperidad para todas las personas para el año 2030.
Para las empresas, los ODS son una fuente de innovación, eficiencia y ventaja competitiva, y fomentan la mejora de los procesos y la eficiencia operativa; es decir, contribuyen a mejorar la rentabilidad
Riesgo de sostenibilidad: un concepto clave
Se refiere a cualquier situación ambiental, social o de gobernanza que, de producirse, podría provocar un impacto material negativo en el valor de la inversión. Identificarlo y gestionarlo ayuda a evitar sorpresas y fortalece la cartera.
Distintos inversores, distintos enfoques
La inversión sostenible no es un concepto único; existe gran diversidad de estilos y preferencias a la hora de aplicarla. El tipo de enfoque motivacional que mejor se adapta a los distintos tipos de inversores suele ser en función de sus objetivos de inversión. Existen motivaciones diferentes:
- Creencias personales: evitar sectores controvertidos.
- Un medio para mejorar su perfil rentabilidad/riesgo: integrar criterios ESG por razones financieras.
- Contribuir a que se produzca un cambio positivo: apoyar proyectos o empresas que generan impacto.
Principales estrategias ESG
La forma de implementar estos criterios será la que nos permita identificar las distintas estrategias:
1. Exclusión no ESG
Se eliminan empresas o sectores que incumplen normas y/o por factores éticos/morales. Es el enfoque más sencillo.
2. Integración ESG
Consiste en el uso de criterios ESG con relevancia financiera para mejorar el perfil rentabilidad/riesgo de las inversiones e incrementar su rendimiento. La clave aquí reside en la “relevancia financiera”. En este caso es importante la obtención de Datos, que podemos obtener bien a través de un Rating ESG Externo (proveedor de datos o agencias de rating) o elaborar internamente un Rating ESG Propio (utilizando informes empresas, due dilligence, índices sostenibles, etc.).
¿Cómo se aplica?
- Se define un rating mínimo.
- Se decide el grado de exigencia/discrecionalidad.
- Se fija el porcentaje de activos a cubrir.
Además, existen dos formas principales de ejecutarla:
- Best-in-class: Consiste en orientarse exclusivamente a las empresas con mejores puntuaciones ESG de cada sector y sobreponderarlas, excluyendo o infraponderando el resto.
- Inversión temática: está centrada en grandes tendencias como cambio climático, energías limpias o ciudades sostenibles.
3. Inversión de impacto
Se trata de realizar inversiones con el objetivo de generar un impacto beneficioso y cuantificable sobre el medio ambiente o la sociedad, sin renunciar a la rentabilidad.
La inversión de impacto presenta tres elementos claves a cumplir:
- Intencionalidad: el objetivo es generar un impacto positivo.
- Rentabilidad positiva: lograr una rentabilidad financiera positiva ya que no se trata de iniciativas humanitarias, obras benéficas ni de filantropía.
- Medibles: los beneficios deben ser cuantificables.
Participación activa: usar la voz del inversor
Un accionista, como dueño de parte de una empresa, tiene dos papeles como inversor: i) obtener ganancias de capital vía revalorización y/o cobro de dividendos; ii) Aprovechar su posición para exigir cambios en la gestión, esto le permite influir en la empresa. Hay varias formas de hacerlo:
- Voto en juntas de accionistas: cada vez más inversores votan en bloque mediante acuerdos de representación (proxy).
- Diálogo con la empresa: interactuar en lugar de excluir para cambiar la conducta de esta en aspectos de ESG.
¿Por qué las empresas adoptan criterios ESG?
Las organizaciones los incorporan por razones estratégicas:
- Anticiparse a nuevas regulaciones europeas.
- Mejorar el desempeño financiero a largo plazo.
- Acceder a capital y nuevos mercados.
- Atraer y retener talento.
- Ganar reputación.
- Contribuir a un futuro sostenible.
En resumen, es una ventaja competitiva real.
Un mercado en expansión
La inversión sostenible ha crecido con fuerza, especialmente en Europa. En 2024, los activos gestionados bajo criterios sostenibles alcanzaron los 30 billones de dólares a nivel mundial, aunque Europa sigue liderando el movimiento frente a EE. UU. o Asia.
Como conclusión, invertir de forma sostenible y responsable no implica renunciar a la rentabilidad a largo plazo y nos va a permitir tener carteras más sólidas, diversificadas y robustas, así como contribuir a un desarrollo sostenible. Lo que si nos va a permitir es hacer una mejor gestión de todos los riesgos en concepto amplio pues analiza todos los puntos de impacto de una empresa con la sociedad con sus empleados, clientes, con el medio ambiente, etc.
La inversión sostenible es, en esencia, una forma de invertir con visión de futuro: más resiliente, más rentable a largo plazo y más alineada con los grandes retos del planeta.































