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Roboadvisors, ¿Ayuda o competencia del asesor?

El reto que la digitalización y la aparición de las Fintech (y más concretamente de los roboadvisors) presenta, es de supervivencia. Todo el futuro del sector más o menos “tradicional” dependerá de la capacidad y de la eficiencia con las que responda a empresas innovadoras que están aprovechando las oportunidades tecnológicas para entrar en el mercado.

Responder adecuadamente a la irrupción de la demanda exclusivamente online y, sobre todo, para beneficiarse de no tener que amortizar las pesadas estructuras -cada vez menos útiles- de la banca tradicional.
Esta tecnologización o digitalización financiera es inevitable. Ya ha transformado y ha hecho más eficiente la industria financiera hasta ahora, y continuará siendo un factor esencial e inevitable de cambio. Sólo tenemos que observar el comportamiento de la generación de los millenials y entender la inevitable tendencia hacia los servicios digitales.

Aparición de los roboadvisors en las finanzas

Una de las actividades, funciones o servicios financieros que recientemente han visto crecer más la competencia digital es el asesoramiento financiero. Existe una competencia de los roboadvisors al asesoramiento personal “humano”. Esto surge en unos momentos en los que la demanda y la necesidad de asesoramiento financiero es más importante que nunca para una gran parte de la ciudadanía:

  1. Tenemos unas ratios de ahorro insuficientes. No es posible contrarrestar el envejecimiento de la población y el consecuente gap de ingresos en la jubilación -públicos o privados, no importa-.
  2. Persiste una baja cultura financiera mientras se mantiene la complejidad de los productos y servicios financieros disponibles.
  3. Aumenta la fragilidad financiera de amplias capas de la población derivada de la crisis.

Por todo ello, hay que fomentar el ahorro y prevenir el sobre endeudamiento. También la permanencia de unos tipos de interés en mínimos y la presión desaforada de costes sobre el mermado ahorro. Todos estos elementos aumentan la necesidad de consejo y asesoramiento genérico y profesional para acometer el futuro en condiciones.

¿Qué son los roboadvisors o asesores digitales?

El asesoramiento digital es un servicio gestionado por algoritmos que se nutren sólo de los datos e información, -siempre sesgados-, que podemos conocer de nosotros mismos.

Sin suficiente educación financiera, lo que creemos que son nuestras características como ahorradores o inversores, no son sino una aproximación muy simplificada a nuestros objetivos financieros. Un espejismo del horizonte temporal para el que ahorramos y sobre todo de la capacidad que tenemos para asumir caídas de precios de los activos. Es decir, la aprensión al riesgo que medirá en qué tipo de inversión podemos colocar los ahorros y el patrimonio.

Sin la interacción humana que facilita conocernos y entender nuestro perfil inversor, el roboadvice no puede ser mucho más que una recomendación. Una primera orientación sobre la distribución de activos, muy simplificada, que en ningún caso puede llamarse asesoramiento financiero personal.

En todo caso, hay que reconocer que, para amplios segmentos de ahorradores, el roboadvice puede representar una primera orientación. Se trata de un primer consejo del  que hoy todavía no disponen a través de los servicios financieros tradicionales.

Pros y contras del asesoramiento digital con roboadvisors

El asesoramiento digital tiene algunas ventajas que merece la pena considerar:

Los riesgos son también notables. Por ejemplo:

Son oportunidades y riesgos del asesoramiento digital: un servicio financiero que puede cubrir segmentos que difícilmente tienen y podrán tener acceso a asesoramiento personal “humano”. Pero no puede, en ningún caso, generar expectativas de sustituirlo.

El asesoramiento financiero es fundamentalmente el conocimiento del cliente para ofrecerle una solución adecuada a su verdadero perfil y horizonte. Esto, hoy, no lo puede resolver la interacción entre una máquina y un cliente con baja cultura financiera.

 

(*) Este artículo fue escrito originalmente para L’Econòmic.cat

 

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Josep Soler Alberti

TW: @josepsoler_ief

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