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“Si yo fuera millennial…”, por José A. Herce

"Si yo fuera millennial..." post de José A. Hercé

Millennials, de verdad, son quienes cumplieron su mayoría de edad en el año 2000. Grosso modo, quienes nacieron con el Personal Computer. En términos generacionales, se extiende el cupo hasta los nacidos a finales de los 90, cerrando con, como no podía ser menos, el arranque del milenio.

Demográficamente hablando, su principal rasgo es que son el “eco” reproductivo de los baby-boomers nacidos en los países occidentales avanzados de la época, entre el fin de la II Guerra Mundial y la década de los 60 del pasado siglo.

Ni por haber nacido el mismo año que el PC o de padres baby-boomers se es especial.

Si bien, cada nueva generación se beneficia de, y da forma a la vez a, nuevas maneras de expresión que, combinadas con la tecnología, determinan los estilos de vida característicos de cada una de aquellas.

Servidor, de hecho, nació treinta años antes que el PC y casi una década antes que los baby-boomers españoles (finales de los 50 a finales de los 70), de forma que duplico en edad a los primeros millennials.

Aunque trato de mantenerme al día, admito que el avance de los estilos de vida es tan rápido y camina hacia formas tan “líquidas” que quienes estamos atrapados en una maraña de estructuras profesionales, domésticas y financieras exigentes, miramos con algo de envidia y añoranza la aparente fluidez de las expresiones vitales de este colectivo.

Envidia, porque nos gustaría disfrutar de ello (provisto que no renunciamos a la experiencia adquirida) y añoranza, por la sencilla razón de que, de una u otra manera, vivimos algo muy parecido tras nuestra mayoría de edad.

También hay que percatarse de ciertos detalles, para no acabar de caer plenamente en la melancolía. En primer lugar, a sus 30 años, un millennial representativo hoy (si es que este existe) tiene una esperanza de vida de 54 años (unisex). Mientras que, en 1981, cuando servidor tenía esa bonita edad, la esperanza de vida era de 47 años.

Ello puede leerse como que la edad equivalente a mis 30 años de 1981 es hoy de 37 años. O, por fin, que los millennials son todavía unos niños.

A lo mejor, a la vista de este simple razonamiento, muchos empiezan a entender que los millennials están aún por revelarnos sus secretos para una vida adulta. Aunque no me atrevería a cuestionar que muchos de ellos llevan ya unos lustros haciéndolo. Sea como fuere, quiero pasarles a ellos algunas pautas de cara a afrontar la larga vida que les espera. Ya que muchos, especialmente muchas, llegarán a cumplir 100 o más años.

Hay tres ejes en los que me quiero centrar, sin menospreciar infinitos otros posibles focos de atención. Estos ejes, además, están estrechamente unidos, aunque trataré de desvincularlos. Son los siguientes: (i) jubilación, (ii) ahorro y (iii) trabajo. Por este orden.

(i) Cómo afrontar la jubilación

Respecto a la jubilación, la clave radica en lo que remataba el párrafo ante penúltimo: vidas cada vez más largas. So, guys, don’t even dream retiring at 65. Lo digo en inglés para que haga menos daño.

Pero no tiene por qué ser así, porque hay, al menos, dos cosas que se pueden hacer y algunos millennials ya lo están haciendo. La primera es no trabajar nunca y la segunda es no jubilarse nunca.

De hecho, según un concepto post moderno del trabajo, ambas cosas son lo mismo. Lo que no puede hacer un millennial es lo mismo que sus padres, ¿estamos?

Hay jóvenes que no quieren jubilarse porque les gusta mucho lo que hacen y otros a quienes no les gusta trabajar como en el S. XX.

Siempre se dice “los jóvenes están convencidos de que no habrá pensiones para ellos”. Yo no me lo puedo creer. Si un joven piensa eso, entonces los mayores hemos cometido un enorme error de comunicación y/o no hemos entendido nada de qué van las pensiones.

Siempre habrá pensiones públicas y (sería deseable) privadas, desde luego para quienes se hayan esforzado, pero mucha gente preferirá seguir trabajando (más abajo lo cuento, paciencia) a percibirlas.

(ii) “Empujones” para crear el hábito del ahorro

Por lo que se refiere al ahorro, solo se puede decir que hay que ahorrar todo lo que se pueda empezando cuanto antes. Pero tranquilos, ya se encargarán los gobiernos de evitarlo, vía impuestos y cotizaciones sociales.

Hay que ahorrar porque nunca se sabe lo que puede suceder y conviene estar protegidos por las redes públicas (ahorro forzoso, por lo general muy mal organizado como tal ahorro) y también por las redes personales directas, intermediadas por el mercado, claro, aunque no siempre tan bien como nos gustaría.

Ahorrar es esencial para capitalizar nuestra vida y el conjunto de la economía. También para la jubilación -si es que uno piensa en jubilarse, claro-. Las sociedades ahorran a veces demasiado o demasiado poco. Es difícil saber cual es la proporción óptima de ahorro respecto al PIB en cada sociedad, pero haberla “hayla”.

Los gobiernos pueden regular el ahorro de ciertas maneras, pero los individuos deben ser previsores, hormigas, si se quiere (no borregos, ojo) más que cigarras.

Los jóvenes pueden ser frugales, deberían serlo. Así seguirían siéndolo toda su vida y el planeta sería más sostenible. Pero me temo que no se lo hemos enseñado. Algunos millennials, en todo el mundo, lo son y aspiran a jubilarse a los 40 años (googlead “fire movement”). No adquiráis viviendas, coches ni otros grandes bienes de consumo duraderos, pagad sus servicios por uso, ahorraréis muchísimo.

(iii) El futuro del trabajo ya no es el que era

El trabajo, por fin, es muy importante también, pero, y repito lo que decía antes, hay jóvenes que no querrían jubilarse porque les gusta mucho lo que hacen y otros a quienes no les gusta trabajar como trabajan sus padres, aunque vaya si lo hacen, de otra manera, como freelances, o crean su propia empresa o proyecto profesional. En resumen, que han decidido ser los dueños de su desempeño profesional (eludo el término “laboral” deliberadamente).

Por eso, la disyuntiva ocupación/jubilación no es tan relevante para ellos. Esto, me parece, es muy saludable y debería fomentarse, probablemente desvelando la verdadera relevancia de la formación universitaria que, en mi opinión, está (muy) sobrevalorada.

Sin embargo, lo que va a barrer de la escena el desempeño convencional del trabajo es la “robotización”.

La robotización causa tanta ansiedad que desde todos los cuarteles ideológicos está surgiendo un clamor hacia la “Renta Básica” que, a cambio de unos cientos de euros al mes, nos proteja contra el desempleo tecnológico que, según dicen, va a ser masivo. Nada más erróneo, y aquí me pongo serio.

Conclusión: “Si yo fuera millennial…”

Ni millennials ni nada. No os dejéis embaucar por quienes creen que los robots nos robarán los empleos. Ceded cuanto antes los malos empleos a los robots, empleos como los de muchos de vuestros padres, a quienes lleváis décadas oyendo quejarse de lo fastidiosos que son. Eludid carreras convencionales, buscad y dad forma a los nuevos trabajos, arriesgaos. No abonéis la pésima idea de una Renta Básica, no votéis a quienes os la prometan (disculpadme el atrevimiento).

Si esa idea se establece acabaremos en un escenario “Piketty-Elysium” (leed a Thomas Piketty y ved Elysium, googleadlos al menos, por favor), en el que una superclase de privilegiados acaparará toda la riqueza y una enorme subclase de desposeídos, sin otros recursos que su mísera renta básica, poblarán un planeta insostenible.

Porque la renta básica será el “opio del pueblo” del S. XXI, el estupefaciente que minará las ganas de trabajar y someterá la voluntad de ciudadanos libres y orgullosos, que lo serían si evitasen sucumbir al derrotismo de la RB.

Si yo fuera millennial, me encantaría leer tonterías como estas para pasar el rato.

José A. Herce,
Director asociado de AFI
y profesor titular de Fundamentos del Análisis Económico, UCM
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