El debate sobre la sostenibilidad de las pensiones ocupa un lugar central en la agenda política y social europea. También, por extensión, en la del asesor financiero. Aunque todos los países comparten el desafío del envejecimiento poblacional, cada modelo refleja trayectorias históricas y culturales distintas. En este texto, Nuria Noguerón analiza tres casos representativos: Alemania, Reino Unido y España.
Alemania: del pionerismo histórico a las reformas estructurales
Fue uno de los países pioneros en la creación de un sistema moderno de seguridad social a finales del siglo XIX, con las leyes bismarckianas. Desde entonces, Alemania ha debido ajustar su sistema en numerosas ocasiones para responder a cambios demográficos y fiscales. Durante los años noventa, el país afrontó fuertes presiones derivadas de la reunificación y el envejecimiento poblacional. En 1994 se propuso limitar la pensión de viudedad en rentas altas y se abrió el debate sobre introducir un modelo mixto de reparto y capitalización. Poco después, el Bundestag aprobó un aumento del IVA del 15% al 16%, en vigor desde el 1 de enero de 1998, destinado en parte a financiar las pensiones y aliviar la presión sobre las cotizaciones sociales.
Una de las reformas más relevantes llegó en 2001 con la introducción de la pensión Riester, un plan privado voluntario incentivado fiscalmente que buscaba complementar las pensiones públicas. En paralelo, se introdujo una nueva fórmula de cálculo e incorporó el factor de sostenibilidad, vinculando las prestaciones a la evolución demográfica y económica. La Ley de Sostenibilidad de 2005 profundizó esta lógica, limitando las cotizaciones y reduciendo progresivamente el nivel de las pensiones hasta 2030.
Inversión en fondos financieros como refuerzo
En los últimos años, Alemania se ha enfocado en la igualación de pensiones entre Este y Oeste, culminada en julio de 2023. También se ha suprimido la cotización a la pensión de los beneficiarios de Hartz IV en 2011, lo que afectará sus futuras prestaciones. Paralelamente, el gobierno ha lanzado el Generationenkapital, un fondo soberano destinado a invertir en mercados financieros para reforzar la sostenibilidad del sistema.
En el plano demográfico, en 2023 el 22% de la población tenía 65 años o más y la tasa de fecundidad se situó en 1,35 hijos por mujer, según el dato oficial revisado. Los principales desafíos que enfrenta Alemania son el envejecimiento poblacional, la baja natalidad, la proyección de un aumento de las cotizaciones hasta el 22,3% en 2035 de acuerdo con el paquete “Rentenpaket II”, así como la creciente dependencia de la capitalización para mantener la solvencia del sistema.
Reino Unido: protagonismo del ahorro privado
El sistema británico combina una pensión estatal básica relativamente modesta con un fuerte énfasis en el ahorro privado. Desde la reforma del auto-enrolment de 2012, la participación en planes de empleo se ha generalizado, obligando a las empresas a inscribir automáticamente a sus trabajadores en fondos de pensiones.
En el aspecto demográfico, en 2022 el 19% de la población tenía 65 años o más. La tasa de fecundidad en Inglaterra y Gales fue de 1,44 hijos por mujer en 2023, un mínimo histórico muy por debajo del nivel de reemplazo. Entre los principales desafíos del sistema británico se encuentran el envejecimiento poblacional y el aumento de la longevidad, la necesidad de reforzar el ahorro privado para complementar la pensión estatal y la persistencia de desigualdades en la acumulación de pensiones privadas entre diferentes grupos sociales.
España: un sistema de reparto bajo máxima presión
España conserva un modelo de pensiones basado casi exclusivamente en el sistema público de reparto, en el que las prestaciones se financian directamente con las cotizaciones de los trabajadores en activo. En 2024, el 20,4% de la población tenía 65 años o más y se proyecta que esta proporción alcance un máximo del 30,5% hacia 2055. La tasa de fecundidad fue de 1,16 hijos por mujer en 2023, una de las más bajas de Europa. La relación actual es de aproximadamente 2,3 cotizantes por pensionista, en descenso progresivo.
El gasto en pensiones ronda ya el 13,2% del PIB, uno de los porcentajes más altos de la Unión Europea. Estas cifras ponen de relieve la vulnerabilidad del sistema, que exige reformas estructurales urgentes para garantizar su sostenibilidad. Entre los principales desafíos destacan el envejecimiento acelerado y la bajísima natalidad, la creciente presión del gasto en pensiones sobre las cuentas públicas y la necesidad de acometer reformas estructurales y diversificar las fuentes de financiación.
Conclusiones comparativas
Aunque Alemania, Reino Unido y España enfrentan problemas comunes derivados del envejecimiento, sus modelos presentan diferencias notables. Alemania combina el sistema de reparto con planes privados incentivados fiscalmente, como la Riester-Rente, y apuesta por fondos de inversión públicos para reforzar la sostenibilidad. Reino Unido otorga un papel central al ahorro privado, con un Estado que garantiza una pensión mínima pero promueve activamente la capitalización individual. España, en cambio, mantiene un sistema basado casi en exclusiva en el reparto, lo que lo hace más vulnerable a la baja natalidad y al incremento de la esperanza de vida.
La lección que emerge de la comparación es que ningún sistema es autosuficiente sin ajustes. La tendencia general apunta a modelos mixtos, donde el Estado asegura una base mínima, pero la sostenibilidad requiere un refuerzo progresivo del ahorro y la capitalización complementaria.
El sistema de pensiones español, basado principalmente en el reparto, enfrenta una presión creciente debido al envejecimiento acelerado de la población, la bajísima natalidad y el aumento del gasto público en pensiones. Estas tensiones ponen en cuestión la suficiencia futura de las prestaciones y hacen cada vez más evidente la necesidad de complementar la pensión pública con mecanismos privados de ahorro e inversión.
El papel del asesor financiero
Y es aquí donde el asesor financiero desempeña un papel clave. En primer lugar, ofrece un diagnóstico personalizado, analizando la situación laboral, patrimonial y fiscal del cliente para proyectar cuál sería su pensión pública aproximada y si cubriría sus necesidades en la jubilación. En segundo lugar, diseña una planificación a largo plazo mediante una estrategia de ahorro e inversión adaptada al perfil de riesgo, al horizonte temporal y a las expectativas de vida del cliente, utilizando vehículos como planes de pensiones individuales, PIAS, fondos de inversión o rentas vitalicias.
Asimismo, colabora en la optimización fiscal, ayudando a aprovechar los incentivos vigentes como aportaciones deducibles, diferimiento de la tributación o beneficios en rentas vitalicias, con el fin de reducir la carga fiscal durante la jubilación. También orienta hacia la diversificación y seguridad, proponiendo una cartera equilibrada que combine activos de renta fija y productos aseguradores con instrumentos de crecimiento como acciones y fondos de capitalización, minimizando así los riesgos de descapitalización en la vejez. Finalmente, aporta flexibilidad y seguimiento mediante revisiones periódicas que adaptan el plan a cambios legislativos, de mercado o personales.
En definitiva, mientras el sistema público seguirá garantizando un mínimo de protección, la intervención de un asesor financiero es hoy más valiosa que nunca para construir un plan de jubilación integral. Dicho plan debe combinar la pensión estatal con un colchón privado diversificado, asegurando estabilidad económica, tranquilidad y la capacidad de mantener el nivel de vida durante la jubilación.