Sebastian Thomas, gestor del fondo Allianz Global Artificial Intelligence, analiza la nueva generación de inteligencia artificial (IA) que razona, capaz de abordar problemas complejos con un nivel casi humano. En su artículo, Thomas explora cómo este salto tecnológico está transformando industrias, disparando la demanda de infraestructura y ofreciendo oportunidades únicas para empresas e inversores.
La inteligencia artificial (IA) generativa ha dejado de ser solo una herramienta para crear contenidos: ha dado un salto cualitativo y ahora es capaz de razonar ante problemas complejos con una capacidad casi humana. Este avance no solo impulsa un crecimiento sin precedentes en la infraestructura tecnológica, debido a una necesidad de capacidad de cálculo que se dispara de forma exponencial, sino que también está llamado a revolucionar todos los sectores económicos con una automatización mucho más profunda y eficiente.
Para entender esta evolución, tenemos que recurrir al marco teórico del premio Nobel Daniel Kahneman, quien distingue dos sistemas de pensamiento: el “sistema 1”, rápido e intuitivo, y el “sistema 2”, lento, consciente y reflexivo.
La IA del ‘pasado’
En 2022, la primera generación de modelos de inteligencia artificial imitaba al sistema 1: eran rápidos, requerían poca capacidad de cálculo y podían cometer errores o dar respuestas incorrectas. Su utilidad se limitaba a tareas sencillas y repetitivas, incapaces de reproducir el razonamiento lógico y profundo propio del sistema 2.
Hoy, la nueva generación de IA que razona trabaja paso a paso. Analiza, se autoevalúa y comprueba sus respuestas de forma reiterativa, dividiendo los problemas en partes secuenciales para mejorar la precisión y fiabilidad. Esta capacidad requiere más recursos, pero reproduce la lógica y el esfuerzo mental propios del sistema 2, y abre la puerta a posibilidades que hasta ahora parecían reservadas a la inteligencia humana: desde entender matices y responder a preguntas ambiguas, hasta revisar su propio trabajo o pedir aclaraciones a los humanos.
El impacto en las compañías es prometedor y disruptivo. Aplicaciones avanzadas permitirán desde la revisión automática de contratos legales hasta la toma de decisiones autónoma o diagnósticos médicos complejos, marcando un antes y un después en la productividad y en la eficiencia empresarial.
Infraestructura clave para la nueva era de la IA
Pero esta transformación tiene un coste. La infraestructura necesaria para sostener esta IA que razona es enorme. De hecho, Nvidia estima que puede requerir hasta 100 veces más capacidad de cálculo que los modelos generativos tradicionales. Por ello, gigantes de la nube, fabricantes de chips y operadores de centros de datos están inmersos en una carrera por desarrollar plataformas de computación de última generación, que incluyen hardware especializado, chips a medida y centros de datos más densos y eficientes.
La gestión energética y la innovación en refrigeración también se han convertido en prioridades. Según Dell’Oro Group, el gasto mundial en centros de datos para IA podría alcanzar los 1,1 billones de dólares al año en 2029.
Es importante destacar que la llegada de modelos más eficientes no reduce la necesidad de cálculo, sino que la aumenta. La llamada paradoja de Jevons explica cómo, a medida que algo se vuelve más eficiente, su uso crece. Así ha ocurrido con DeepSeek, un modelo de IA eficiente que, en lugar de disminuir la carga en las plataformas de inferencia, la ha multiplicado. Por tanto, estos modelos más potentes impulsan a los desarrolladores a crear más aplicaciones, automatizar más tareas y enfrentarse a problemas más complejos, lo que hace crecer la demanda a toda velocidad.

IA, lo ‘mejor ‘transformador’ está por llegar
Aunque el potencial es enorme, las implementaciones más transformadoras de la IA que razona están todavía por llegar. Un informe reciente de BCG señala que casi el 75% de las empresas se encuentran aún en la fase de exploración y pruebas con estas tecnologías.
Adoptar esta nueva generación de IA no es sencillo. Las compañías deben afrontar varios desafíos: proteger la privacidad y seguridad de los datos de sus clientes, atraer y retener talento especializado en inteligencia artificial, rediseñar procesos operativos para integrarla correctamente y, no menos importante, justificar la inversión ante sus órganos de gobierno. Un camino que recuerda a la primera etapa de la nube, cuando la migración completa llevó años y requirió grandes cambios en las organizaciones.
De cara al futuro, las empresas irán incorporando flujos de trabajo complejos con “agentes de IA”, unas aplicaciones que actúan como trabajadores digitales autónomos. Estos agentes operan sobre el software, las bases de datos y las herramientas ya existentes, con el objetivo de cumplir objetivos corporativos concretos y, en última instancia, aumentar la productividad de forma significativa.
Esta transformación está en sus fases iniciales, pero la tendencia está clara. Aquellas compañías que consigan integrar eficazmente estos agentes de IA para complementar a sus equipos humanos podrán multiplicar su eficiencia, acelerar la toma de decisiones y ganar una ventaja competitiva decisiva en sus sectores.
Implicaciones para los inversores
En definitiva, la demanda de potencia computacional para la inteligencia artificial no deja de crecer, impulsada tanto por la complejidad técnica de los modelos que razonan como por el aumento esperado en el uso real de estas tecnologías en empresas y sectores.
Para los inversores, esta situación supone una oportunidad clave para posicionarse antes de que la transformación del sector alcance su punto de inflexión. Esto incluye no solo a las empresas que desarrollan la infraestructura tecnológica, sino también a aquellas que emplean la IA que razona para crear aplicaciones inteligentes, y a las que mejoran su posición en el sector gracias a su uso de la inteligencia artificial.
La carrera ya ha comenzado, y quienes entiendan la diferencia entre la inteligencia artificial que usamos hoy y la que será capaz de razonar serán, sin duda, los grandes beneficiarios de esta revolución.





























