La Fundación BBVA y el IVIE lo han advertido recientemente: los jóvenes españoles se incorporan tarde y mal al mercado laboral. Con una tasa de empleo del 43,2%, la planificación financiera ya no es una opción, es una urgencia. El asesor financiero debe prepararse para orientar a una generación que, si no acumula al menos 30 años de cotización en 2065, podría verse obligada a trabajar hasta los 71 años para acceder a una pensión digna.
El reciente informe “Presente y futuro de la juventud española”, elaborado por la Fundación BBVA y el IVIE, pone cifras a una realidad que ya intuíamos: el empleo juvenil en España no solo es precario y tardío, sino que compromete de manera directa la sostenibilidad individual del sistema público de pensiones. Solo el 43,2% de los jóvenes entre 16 y 29 años está trabajando, lo que supone una brecha de 15 puntos respecto a los niveles previos a la crisis de 2007. Esta situación no solo afecta al presente, sino que proyecta un escenario crítico para el futuro.
José Antonio Herce, doctor en Economía, no deja lugar a dudas sobre las consecuencias de este fenómeno: “Las carreras cortas de cotización y/o los bajos salarios percibidos generan pensiones bajas”. Y va más allá: “Nadie recibe el 100% que correspondería a sus bases de cotización (que pueden ser muy bajas si los salarios lo han sido) si no ha cotizado (2025) al menos 36 años y 6 meses”.
Jóvenes: cotizar tarde es hipotecar la jubilación
Las reglas del sistema contributivo son claras. La pensión pública depende del número de años cotizados y del nivel de las bases de cotización, que reflejan el salario bruto mensual. Si no se cotizan al menos 15 años, directamente no se tiene derecho a pensión. Y si se acumulan solo 30 años en 2065 —algo que, según el estudio, será habitual entre los jóvenes actuales—, el retiro podría retrasarse más allá de los 70 años.
El mensaje de Herce, socio fundador de LoRIS (Longevity & Retirement Income Solutions), es contundente: “Hay que empezar a cotizar cuanto antes y por las bases de cotización más elevadas posible”. La inestabilidad del mercado laboral juvenil hace aún más urgente este consejo. “Las carreras laborales pueden ser muy accidentadas, nadie lo sabe, y más vale acumular buenos y muchos años de cotización”, advierte.
¿Es sostenible el sistema de pensiones?
Desde el punto de vista técnico, Herce afirma que el sistema sí es viable, aunque bajo una premisa inquietante: “Si las carreras son cortas y pobres, las pensiones serán bajas y se podrán pagar, en principio”. Pero agrega una advertencia clave: “Esto no es viable socialmente, porque los jubilados en este escenario presionarán para que el gobierno de turno les aumente la pensión. Ya lo hacen en la actualidad”.
Planificación: una responsabilidad personal (y profesional)
Ante este panorama, el papel del asesor financiero se vuelve esencial. La pregunta es: ¿qué instrumentos puede ofrecer al cliente joven? Herce no se anda con rodeos: “Los jóvenes trabajadores, y todos los trabajadores, de hecho, deberían poder acceder, realizando aportaciones contra su salario, complementadas por aportaciones de los empleadores, a planes de pensiones promovidos por los empleadores”. Sin embargo, admite que esto está lejos de ser la norma. “Desgraciadamente, solo las grandes empresas, y no todas, tienen planes de empleo para sus trabajadores, que se negocian en el marco de la negociación colectiva, y que ha fracasado en la generalización de este producto”.
En su lugar, los productos individuales ganan protagonismo. Planes de pensiones personales, ETF, PIAS y otros instrumentos de ahorro pueden jugar un papel relevante, aunque Herce lamenta su escasa ventaja fiscal: “Estos últimos tienen un trato fiscal muy insuficiente o nulo”.
Incentivos fiscales: necesarios, pero no suficientes
Uno de los temas recurrentes en el debate sobre el ahorro previsional es la fiscalidad. Pero Herce aclara: “Se tiende a pensar que la fiscalidad lo es todo en la Previsión Social Complementaria, pero solo ayuda en parte”. La recomendación es clara: ahorrar para la jubilación debe ser un objetivo en sí mismo, más allá de si hay ventajas fiscales o no. “Es mejor ahorrar para la jubilación olvidándose de la fiscalidad, por su propio concepto y que la fiscalidad sea favorecedora pero sin estar manipulada o ser discrecional“, resume.
Asesorar a jóvenes requiere cambiar el enfoque
El estudio de BVA y el IVIE obliga a los profesionales financieros a cambiar el paradigma. Ya no se trata de diseñar productos únicamente para quienes se acercan a los 60. La nueva urgencia está en captar, educar y acompañar a los jóvenes, incluso a aquellos con ingresos intermitentes o bajos. Porque, como advierte Herce, “más vale acumular buenos y muchos años de cotización, en cualquier caso”.