El concepto de riesgo sistémico ocupa un lugar central en la comprensión de las crisis económicas contemporáneas. Cuando hablamos de riesgo sistémico hablamos de la posibilidad de que un acontecimiento adverso afecte no solo a una institución o sector aislado, sino a la totalidad del sistema financiero y, por extensión, a la economía global. Sobre eso hablará Nouriel Roubini en el Auditorio Espacio Abante, este jueves 13 de noviembre.
Los asesores financieros se enfrentan a la necesidad de anticipar no solo los movimientos ‘normales’ (o, quizá, podemos decir ‘esperables’, aunque no predecibles) del mercado, sino también aquellos eventos poco probables que pueden tener un impacto desproporcionado sobre las carteras de sus clientes.
A diferencia del riesgo individual, que puede mitigarse mediante la diversificación o la gestión técnica, el riesgo sistémico emerge de la interconexión, la complejidad y la fragilidad interna de los mercados. Cuando una parte del sistema falla, su caída se propaga a través de canales financieros, operativos y de confianza, provocando efectos en cadena que pueden desembocar en crisis generalizadas.
Históricamente, las reflexiones sobre este tipo de riesgo se remontan a los orígenes mismos de la economía financiera moderna. Autores como Walter Bagehot, en el siglo XIX, ya advertían en Lombard Street sobre la vulnerabilidad de los bancos ante corridas de depósitos y la necesidad de un prestamista de última instancia para evitar el colapso sistémico. En el siglo XX, Hyman P. Minsky desarrolló su célebre Hipótesis de la Inestabilidad Financiera, según la cual los periodos prolongados de estabilidad generan comportamientos especulativos que incrementan la fragilidad del sistema.
Estudiosos del ‘efecto dominó’
A medida que la confianza crece, las instituciones asumen más deuda y riesgos, hasta que un pequeño shock puede desencadenar una crisis de magnitud desproporcionada. Charles Kindleberger, influido por Minsky, ilustró esta dinámica en su obra Manias, Panics and Crashes, donde documentó los ciclos recurrentes de euforia, colapso y recuperación que caracterizan al capitalismo financiero.
En las últimas décadas, organismos como el Banco de Pagos Internacionales (BIS), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los bancos centrales han subrayado que el riesgo sistémico no solo depende de las condiciones financieras internas, sino también de factores globales como la integración económica, la digitalización de los mercados o los desequilibrios geopolíticos. En este contexto, el estudio del riesgo sistémico ha pasado de ser un tema puramente financiero a convertirse en un campo interdisciplinar que abarca la economía, la política y la tecnología.
Roubini, el economista detrás de Dr. Doom
Entre los economistas contemporáneos que han profundizado en esta cuestión destaca Nouriel Roubini, entrevistado por este medio, cuya notoriedad se consolidó al anticipar la crisis financiera de 2008. Roubini concibe el riesgo sistémico como un fenómeno estructural e inevitable, inherente al modo de funcionamiento del capitalismo global. En su libro Crisis Economics (2010), sostiene que las crisis no son eventos fortuitos ni imprevisibles, sino consecuencias lógicas de los ciclos de endeudamiento, desregulación y exceso de confianza que caracterizan a los periodos de expansión. Para él, los mercados financieros tienden a generar inestabilidad porque su propia dinámica interna premia el riesgo y castiga la prudencia en tiempos de bonanza. Cuando la expansión se agota, el sistema entero queda expuesto a un colapso simultáneo de liquidez y solvencia.

Las amenazas, según Roubini
En su obra más reciente, MegaThreats (2022), Roubini amplía su análisis y presenta una visión integral del riesgo sistémico contemporáneo. Identifica una serie de amenazas interconectadas —económicas, climáticas, geopolíticas, tecnológicas y sociales— que, lejos de ser imprevisibles, son plenamente visibles. Las denomina “cisnes blancos”, en contraposición a los “cisnes negros” de Nassim Taleb, porque su aparición no es una sorpresa, sino el resultado predecible de dinámicas estructurales mal gestionadas.
Como leemos en la entrevista publicada por esta revista, entre estas amenazas figuran el cambio climático, la creciente desigualdad, la inestabilidad política, los riesgos cibernéticos y la fragmentación geoeconómica entre grandes potencias. Todas ellas convergen para conformar un sistema global vulnerable, en el que un shock en cualquier punto puede repercutir de manera inmediata y devastadora en el resto del mundo.
Anticipar y gestionar el riesgo
Las ideas de Roubini implican un cambio profundo en la forma de anticipar y gestionar el riesgo. El asesor financiero, en particular, debe reconocer que la previsión absoluta es imposible, y que la verdadera tarea consiste en construir resiliencia frente a lo altamente improbable. Esto significa promover carteras diversificadas, mantener liquidez estratégica, desarrollar escenarios de contingencia, etc. En lugar de aspirar a eliminar el riesgo, se trata de aprender a convivir con él sin que se convierta en catástrofe.
En definitiva, el pensamiento de Nouriel Roubini, que esta semana aterriza en el Auditorio Espacio Abante de Madrid, en el marco del 25.º aniversario de EFPA, representa una advertencia sobre la naturaleza intrínsecamente inestable del sistema financiero global. Los riesgos sistémicos no son anomalías ni accidentes, sino manifestaciones recurrentes de un orden económico en constante evolución. Comprender esta dinámica es esencial para anticipar lo inevitable y para construir instituciones y estrategias que permitan resistir los embates de un mundo en el que las crisis ya no son excepciones, sino parte constitutiva de la normalidad.































