Warren Buffett ha sorprendido al mercado tras vender más de 6.100 millones de dólares en acciones durante el tercer trimestre de 2025, una operación con la que Berkshire Hathaway refuerza su posición de liquidez, el nivel más alto en la historia de su buque insignia. El movimiento, coherente con su reconocida prudencia inversora, invita a recordar los principios que siempre han guiado su método: el análisis fundamental, la importancia del equipo directivo y una visión a largo plazo centrada en el valor real de las compañías. Los repasamos en el último número de la revista de la mano de una veintena de profesionales.
Warren Buffett no solo aprendió de Ben Graham, el padre del análisis de valores, sino que mejoró a su profesor y elaboró un código personal para el trabajo. Más aún: dedicó mucho tiempo a explicar a sus clientes y a quien quisiera escucharlo las claves de sus éxitos y también de sus decisiones. Publicó anualmente una carta que muchos dirigentes empresariales han querido imitar sin obtener la décima parte de su éxito, no solo dando recomendaciones sino facilitando las claves de sus resultados.
Berkshire Hathaway, un 19,9% desde 1965
Se podrían dar muchos datos sobre su gestión como inversor. Baste señalar que el valor de mercado de las acciones de su compañía de inversión, Berkshire Hathaway, creció un 19,9% anualizado desde 1965 hasta 2024. Y ello teniendo en cuenta que el S&P 500 incrementó su valor en el mismo período un 10,4%. Warren Buffett tuvo gran éxito en muchas de sus operaciones, pero también cometió errores.
En sus primeros diez años en Berkshire tuvo cuatro ejercicios con pérdidas, y en 1974 sufrió una caída del 49% durante la crisis de las principales acciones de gran capitalización que cotizaban en la Bolsa de Nueva York. Se trataba de acciones de gran calidad, pero el precio al que cotizaban llegó a ser desproporcionado. En 1973 y 1974, el mercado bursátil estadounidense sufrió una de las crisis más duras del siglo XX y Buffett vio cómo algunas de las acciones que había seleccionado se desplomaban más de un 50% de su valor.
Aciertos y (también) fracasos de Buffett
Lo extraordinario es que Warren Buffett acertó incluso en sus momentos de duda. Fue lo que ocurrió a lo largo del pasado año. Llamó mucho la atención entre los seguidores de los mercados bursátiles que, a mediados de 2024, estuviera acumulando efectivo hasta alcanzar los 325.000 millones de dólares de Berkshire, lo que suponía el doble del saldo efectivo de la compañía a finales de 2023. A la hora de buscar alguna explicación a esta decisión, algunos expertos señalaron que el indicador favorito de Buffett, la relación entre el valor de mercado de valores y el tamaño de la economía estadounidense, se encontraba en un nivel récord, lo que podía presagiar una próxima recesión.
Buffet da un paso al lado

La decisión de Buffett de colocarse en liquidez obedecía también a otras razones: empezaba a no entender bien el recorrido que podrían seguir en los siguientes ejercicios las grandes empresas tecnológicas que habían sido protagonistas del buen comportamiento del mercado bursátil estadounidense. Además, las elecciones a la presidencia de Estados Unidos, en noviembre de 2024, presagiaban profundos cambios en los paradigmas de los mercados bursátiles y financieros, aquellos que durante tantos años entendió como nadie.
Muy probablemente fueron todas estas dudas y temores, a los que se añadió la muerte de su socio y amigo Charlie Munger, en noviembre de 2023, las que lo llevaron a anunciar, en mayo pasado, una retirada efectiva a partir del próximo 1 de enero como principal ejecutivo de Berkshire Hathaway. Su racionalismo, su sensibilidad filantrópica, su ética empresarial y su visión del mundo económico distan mucho de los valores que se están abriendo paso en los últimos tiempos. Muy probablemente fue todo ello la causa de su decisión, y no los 94 años ni su liderazgo de seis décadas en la compañía de inversión más prestigiosa del planeta. Por ello también decidió mantenerse como presidente de la junta directiva de la compañía.
Comprar y mantener
Nadie cuestiona que Buffett ha creado un método de inversión, aquel que le permitió obtener resultados magníficos de forma continuada. Ese método, que también lo indujo a cometer errores, nos ha enseñado la importancia de la paciencia a la hora de adoptar decisiones de inversión. La búsqueda de empresas sólidas con fundamentos fuertes para él solo tenía sentido pensando en beneficiarse de la apreciación que podría producirse a largo plazo.
Christian Schneider y Tobías Khols, de Allianz Global Investors, recuerdan que “Warren comentó en una carta a los accionistas de finales de los ochenta que ‘nuestro período de tenencia favorito es para siempre’”. Y se preguntan: “¿Por qué interrumpir el efecto del interés compuesto de una gran empresa que ya está funcionando? Esto sigue teniendo sentido siempre que hablemos de verdaderas compañías compounders, capaces de reinvertir beneficios de forma rentable y sostenida”.
Buffett, una filosofía vigente
Mario Rappanello, de Banco Mediolanum, cree que “la filosofía de Buffett no ha perdido vigencia; al contrario, es más necesaria que nunca en un entorno de inmediatez, sobreinformación y volatilidad”. Coincide Ricardo Comín, de Vontobel: “Ya sea por disrupciones tecnológicas, tensiones geopolíticas o incertidumbres macroeconómicas, anticipar los movimientos del mercado es extremadamente complejo y arriesgado”.
Domingo Torres, de Lazard Asset Management, apunta que “solo los gestores activos serán capaces de no sucumbir a las modas y de encontrar las empresas que sobrevivirán y liderarán en el futuro”. Xavier Brun, de Trea AM, añade: “Para periodos de diez años, el 85% de la rentabilidad viene del crecimiento de los beneficios y el 15% de haber comprado barato. Compra negocios que aumenten los beneficios y no los vendas”.
Pablo Martínez Bernat, de Amiral Gestion, recuerda que Buffett invirtió en los años 80 en Coca-Cola “aprovechando unos problemas temporales. La inversión le costó 1.300 millones de dólares y hoy vale más de 28.000 millones, además de unos 8.000 millones recibidos en dividendos”.
Análisis fundamental
Por eso esa paciente estrategia iba siempre unida a su enfoque exhaustivo de análisis fundamental. No se dejaba llevar por intuiciones; examinaba detenidamente los estados financieros de las empresas, su modelo de negocio y otras métricas propias del sector antes de tomar una decisión de inversión. Ello lo llevó a invertir incluso en marcas reconocidas, donde otros no veían muchas posibilidades de revalorización. En busca de empresas con ventajas competitivas, valoraba mucho la lealtad de los clientes, los costes bajos y otros factores que le concedían una posición fuerte en su sector.
Oscar Esteban, de Fidelity Internacional, lo resume: “El análisis fundamental es la clave en la toma de decisiones de inversión. El análisis técnico puede complementar, pero nunca definir”. Coincide Iván Díez Sainz, de La Financière de l’Échiquier: “Debe ser la piedra angular de nuestro trabajo, apoyado externamente por el técnico”.
David Manso, de CaixaBank AM, afirma que “nuestras decisiones pasan por una valoración del activo y un descuento o rentabilidad esperada según el riesgo”. Jesús Domínguez, de Valentum AM, añade: “Con el técnico se hacen apuestas en función de un patrón; con el fundamental se busca una rentabilidad futura sostenible”. Josep Codina, experto en análisis técnico, matiza: “Si la inversión es estratégica, el fundamental es imprescindible; si es oportunista, la prioridad debe ser la evolución técnica en un 95%”.
El equipo directivo, según Buffett
Otro pilar clave fue la importancia que concedió a los administradores: competentes y éticos. Jaume Puig, de GVC Gaesco Gestión, destaca la necesidad de “evitar decisiones del equipo directivo basadas en la maximización de beneficios a corto plazo, extremadamente nocivas para los inversores”.
Mikel Navarro, de BBVA AM, recuerda que “Buffett señalaba que integridad, inteligencia y energía son esenciales, pero sin integridad los otros dos rasgos son peligrosos”. Tomás Maraver, de Nartex, refuerza: “Llegamos a contratar compañías de headhunting para conocer los puntos fuertes y flaquezas de los equipos gestores”. Víctor de la Morena, de Amundi Iberia, afirma que “Buffett fue un adelantado y evidenció que este aspecto seguirá siendo fundamental”.
Christian Schneider y Tobías Khols subrayan que “todo depende de que los incentivos estén alineados y de la personalidad de quienes toman decisiones clave: hay que evitar a los ‘constructores de imperios’”. Marc Garrigasait, de Koala Capital Sicav, relativiza este criterio: “No debe pesar más del 10% de las variables, aunque la integridad es condición necesaria”. Y cita a Buffett: “Procuro comprar empresas tan buenas que hasta un idiota pueda dirigirlas”. Mariano Arenillas, de DWS, añade: “Buffett valoraba la integridad y el liderazgo, pero cualquier evaluación basada solo en interacciones personales será subjetiva”.
Sé amable
Pero el método Buffett es algo más que seguir a rajatabla esos tres principios básicos y, por eso, seguirá muy presente en la mente de inversores, analistas y gestores durante mucho tiempo. Lo tiene muy claro José María Luna, de Luna & Sevilla Asesores Patrimoniales, cuando afirma que “ante las dudas, el ruido o la incertidumbre nos seguiremos preguntando: ¿Qué haría Warren Buffett? Porque todo inversor que aspire a la grandeza terminará, tarde o temprano, mirando hacia Omaha en busca de una señal, al mismo estilo que hacían los antiguos griegos al consultar el oráculo en busca de certezas”.
Y es que a Warren le bastó un pequeño y modesto escritorio en Omaha, donde anualmente han acudido miles de peregrinos a escucharlo, a los que nunca defraudó. Siempre tenía un mensaje para que volvieran contentos y satisfechos a su lugar de procedencia. Como transmitió en la última reunión en la que anunció su despedida: “Sé amable y el mundo estará mejor. Yo no estoy seguro de que el mundo esté mejor si soy más rico”. Ha sido, sin duda, un gran inversor, pero también el gran filósofo de la inversión.



























