Originario de Bilbao, ciudad en la que también reside, Álvaro Saiz (EFA) acaba de iniciar una nueva etapa en Diaphanum, un movimiento que destacamos en el número 20 de Asesores Financieros EFPA y que hoy compartimos íntegramente a través de esta entrevista.
¿Cómo surge este movimiento, Álvaro?
Este movimiento surge como parte de una evolución personal y profesional, tras varios años de experiencia en el sector financiero. Sentía la necesidad de alinearme con un modelo de asesoramiento más transparente, centrado en los intereses del cliente y alejado de los condicionantes comerciales que, muchas veces, dificultan una planificación patrimonial rigurosa y objetiva.
¿Por qué este paso?
Vivimos un momento en el que los clientes valoran más que nunca la independencia, la honestidad y la claridad en el trato con sus asesores. Asumir este nuevo rol me permite avanzar en esa dirección, aportando valor desde una posición más centrada en la confianza, el análisis profundo y la planificación a largo plazo.
Además, este paso responde a un deseo de contribuir a una manera diferente de ejercer la profesión: más técnica, más empática y, sobre todo, más libre de conflictos de interés. Creo firmemente que el futuro del asesoramiento pasa por modelos más profesionales, en los que el foco esté en construir relaciones duraderas y en ofrecer soluciones reales a las necesidades patrimoniales de las personas.
¿Cuál es tu primer objetivo en esta nueva etapa, Álvaro?
Mi primer objetivo en esta nueva etapa es escuchar y comprender en profundidad tanto al equipo como al modelo para, de esta manera, poder trasladarlo al cliente. A partir de ahí, quiero contribuir a fortalecer una cultura de asesoramiento basada en la confianza, el rigor técnico y la planificación a largo plazo, que solo desde un asesoramiento financiero independiente puro se puede conseguir.
¿Qué cualidades consideras imprescindibles en un/a asesor/a o planificador/a financiero/a?
Considero que un asesor financiero debe combinar tres dimensiones esenciales: el conocimiento técnico, la integridad profesional y la capacidad humana. El dominio de los mercados, productos financieros y la normativa vigente es imprescindible, pero no suficiente por sí solo. A ello debe sumarse una sólida ética profesional que garantice que cada recomendación esté verdaderamente alineada con los intereses del cliente, sin sesgos ni conflictos de interés.
Igualmente importante es la capacidad de generar confianza. Para ello, es fundamental saber escuchar, entender las circunstancias personales de cada cliente y comunicar de forma clara incluso los aspectos más complejos. La empatía, la paciencia y la transparencia no solo mejoran la calidad del asesoramiento, sino que también permiten construir relaciones duraderas, que es donde realmente se demuestra el valor de esta profesión. En definitiva, el asesor financiero ideal es aquel que actúa con criterio, coherencia y vocación de servicio.
Una lección o consejo financiero que siempre tienes presente, Álvaro…
Siempre tengo presente que la planificación financiera es un proceso, no un punto de llegada. Es fundamental mantener una visión a largo plazo, sin dejarse arrastrar por el ruido del corto plazo ni por las emociones que genera la volatilidad de los mercados. También he aprendido que la clave está en la coherencia entre los objetivos vitales del cliente y la estrategia financiera que se diseña. No se trata solo de rentabilidad, sino de acompañar a la persona en cada etapa de su vida, ajustando el plan a sus cambios y prioridades.
Y, por encima de todo, recordar que preservar el capital es tan importante como hacerlo crecer. La prudencia, la diversificación y una buena gestión del riesgo son principios que nunca deberían perderse de vista.
Un libro o autor al que te guste recurrir…
The Psychology of Money, de Morgan Housel.
¿Qué desafíos o retos consideras que van a marcar el asesoramiento este nuevo año?
Uno de los principales desafíos será seguir adaptándose a un entorno económico incierto, marcado por la volatilidad de los mercados, los cambios en la política monetaria y los riesgos geopolíticos. En este contexto, los clientes buscarán cada vez más seguridad, claridad y acompañamiento profesional, lo que exige un asesoramiento más proactivo y estratégico.
Además, el avance de la regulación y las exigencias en materia de sostenibilidad, como la integración de criterios ESG en las carteras, supondrán un reto adicional, tanto en términos de formación como de transparencia.
Otro aspecto clave será la transformación tecnológica. La digitalización no solo afecta a la operativa, sino también a la forma en que nos relacionamos con los clientes. Saber integrar herramientas digitales sin perder la cercanía y la personalización será determinante. En resumen, el reto está en mantener un equilibrio entre rigor técnico, adaptación al cambio y una comunicación humana y cercana.