El euro digital avanza posiciones en la agenda del Banco Central Europeo, pero con él también crecen las dudas sobre su impacto real en la economía, el sistema financiero y las libertades individuales. En el último webinar organizado por EFPA España, la directora financiera del Grupo DELIFRESH, Eva M. García Granero, analizó las luces y sombras de esta nueva forma de dinero digital. ¿Estamos ante una innovación tecnológica al servicio del ciudadano o ante una herramienta de control con riesgos aún por medir?
“El euro digital ya está aquí; su lanzamiento es inminente y su implantación debería realizarse con un debate público. Tenemos la obligación, cada uno de nosotros, de conocer su uso, sus características, sus riesgos y efectos. Debemos sacar el debate a la calle”, afirma Eva M. García Granero, socia fundadora de Delifresh Group y economista, quien aboga por no implantar el euro digital: “Las decisiones de hoy tendrán efecto en el ahorro, el consumo, los pagos… en las familias, las empresas, el sector financiero. Para mí es clave la libertad y la responsabilidad individual”.
La transformación digital del dinero está dejando de ser una hipótesis para convertirse en una realidad regulatoria y operativa. El Banco Central Europeo (BCE) avanza en el desarrollo del euro digital, una moneda digital de banco central (CBDC) que podría redefinir el ecosistema de pagos, la intermediación financiera y la relación entre clientes e instituciones.
Para los profesionales del sector financiero —desde banqueros privados hasta gestores de fondos y asesores patrimoniales— entender el alcance de esta iniciativa es clave para anticipar riesgos, identificar oportunidades y adaptar modelos de negocio.
¿Qué es el euro digital?
El euro digital será una forma electrónica de dinero público, emitido por el BCE y los bancos centrales nacionales, con valor equivalente al euro físico. Su objetivo no es sustituir el efectivo, sino complementarlo, garantizando acceso universal al dinero del banco central en un entorno cada vez más digitalizado.
Características clave
- Respaldo institucional: emitido por el BCE, con convertibilidad 1:1 frente al euro tradicional.
- Distribución a través de intermediarios financieros: bancos y entidades de pago serán responsables de la relación con el usuario final.
- Privacidad y trazabilidad: se busca un equilibrio entre la protección de datos y el cumplimiento normativo (AML/CFT).
- Límite de tenencia: se plantea un umbral entre 3.000 y 8.000 euros por usuario para evitar la desintermediación bancaria.
- Pagos offline: posibilidad de realizar transacciones sin conexión, lo que refuerza la resiliencia del sistema.
Impacto en el sector financiero del euro digital
Eva G. Granero advierte de que el euro digital podría tener efectos profundos en la operativa bancaria, la gestión de pagos y la arquitectura de productos financieros.
Esta economista, con sólida formación en finanzas y fiscalidad, considera que el euro digital abre una gran ventana de riesgos reputacionales y regulatorios: “La falta de claridad sobre privacidad, interoperabilidad y remuneración podría generar reticencias entre clientes y entidades; además, podría desplazar el uso de tarjetas en ciertos escenarios, especialmente si se ofrecen incentivos o comisiones más bajas para comercios”.
Añade que los depósitos bancarios podrían reducirse, afectando la capacidad de préstamo de las entidades, y que podría disminuir aún más el uso del dinero en efectivo.
Eva G. Granero va más allá y advierte: “El euro digital podría convertirse en una herramienta de control ciudadano, permitiendo a los bancos centrales supervisar cada transacción y hábito financiero”. Señala, además, que “al estar vinculado directamente a cuentas en bancos centrales, el euro digital eliminaría la privacidad financiera, ya que las autoridades tendrían acceso total a los datos de gasto, ahorro y préstamos”. Es decir, el dinero perdería su privacidad.
También alerta sobre otros riesgos añadidos, como la manipulación monetaria derivada de su programabilidad: “Los bancos centrales podrían usar el euro digital para aumentar la oferta monetaria sin restricciones, dirigiendo el dinero hacia sectores o nichos de mercado seleccionados por el Gobierno, lo que podría erosionar el poder adquisitivo de los ciudadanos”. Incluso podrían manipular artificialmente los flujos económicos mediante el control de la demanda a través de usos condicionados.
La socia fundadora del Grupo Delifresh advierte sobre la posibilidad de que el euro digital sea “programable”; es decir, que pueda tener fecha de caducidad o que solo pueda usarse para la adquisición de determinados bienes o servicios.
Conclusión
En definitiva, el euro digital no es solo una innovación tecnológica: es una reconfiguración del sistema financiero europeo. Para algunos economistas, representa una oportunidad para liderar la transición hacia un modelo más eficiente, inclusivo y resiliente. Pero también exige una reflexión estratégica sobre privacidad, libertad individual, rentabilidad y posicionamiento institucional.
“Los riesgos son muchos y el debate debe ser público. El ciudadano debe conocer sus riesgos —entre ellos, un freno a la libertad financiera y económica— y asumir su responsabilidad individual”.