El pulso de la economía mundial late, en buena medida, al ritmo que marcan los bancos centrales. A un lado del Atlántico, el Banco Central Europeo (BCE); al otro, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed). Sus decisiones sobre los tipos de interés son brújula para los mercados, pero también determinan cuestiones muy concretas para el ciudadano: por ejemplo, cuánto pagamos por una hipoteca, qué rentabilidad ofrece un depósito o cuál es el coste de financiar una empresa.
¿Fin de ciclo? Con cautela
Tras dos años de ajustes agresivos, se respira otro ambiente. En la eurozona, el BCE dio en junio de 2025 un respiro al recortar un cuarto de punto y situar su facilidad de depósito en el 2,00%, la MRO en 2,15% y la facilidad marginal de crédito en 2,40%. Desde entonces mantiene los tipos sin cambios, y en la reunión mantenida el 11 septiembre optó por la prudencia. Sus propios economistas prevén que la inflación se sitúe en torno al 2,1% este año y se mantenga muy cerca de ese nivel hasta 2027, mientras que el crecimiento apenas superará el 1%. Europa parece haber logrado encauzar el problema de precios, aunque sin despejar aún las dudas sobre su fortaleza -y unión- económica y financiera, entre otras cuestiones, como la arancelaria, “aliviada” en parte tras el acuerdo de los 27.
Fed: senda descendiente
En Estados Unidos, el panorama es diferente. La Fed conserva su tipo de referencia en un rango de entre el 4,25% y el 4,50%, muy por encima del europeo. Sin embargo, las proyecciones de junio —el dot plot que reúne las expectativas individuales de los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) de la Fed sobre la evolución futura de los tipos de interés de referencia— dibujan una senda descendente: los miembros del FOMC anticipan que el coste del dinero caerá hacia el 3,9% a finales de este año y seguirá bajando en 2026 y 2027. La inflación debería moderarse desde el 3% en 2025 hasta aproximarse al 2% en 2027. Para la Fed, la batalla aún no está ganada, pero la estrategia ya no es apagar fuegos, sino pilotar un aterrizaje suave.
Las dos orillas del Atlántico muestran así tiempos distintos del mismo ciclo. Europa, confiada en que la inflación se ha domado, inicia un periodo de observación cautelosa; Estados Unidos, aún con la guardia alta, reconoce que los próximos movimientos serán a la baja.
Tipos de interés: qué esperar
Para los asesores financieros y los inversores, el contraste abre oportunidades. El diferencial de tipos sigue dando atractivo al dólar, aunque ese colchón tenderá a estrecharse cuando lleguen los recortes. En Europa, la estabilidad de los tipos limita el recorrido de la renta fija más conservadora, pero alivia las condiciones de financiación de empresas y familias. Y para quienes no siguen de cerca los mercados, el mensaje es más sencillo: las hipotecas en euros difícilmente volverán a encarecerse en el corto plazo y los créditos en dólares podrían volverse algo más asequibles.

