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Inversiones sostenibles, una tendencia sin retorno

Las inversiones con criterios ESG (medio ambiente o “environment” en inglés, sociales y gobernanza) han llegado para quedarse. Están en el foco de atención de entidades financieras, gestores de fondos y tenedores de activos, por la preocupación por el cambio climático y las iniciativas de organismos internacionales y reguladores para su mitigación y adaptación. Por esa razón y algunas más las inversiones sostenibles son una tendencia sin retorno.

El nuevo escenario derivado de la crisis sanitaria de la COVID-19 ha propiciado un cierto avance en el ámbito de las inversiones con criterios ESG, llevando a un primer plano la responsabilidad social de la empresa, la “S” del ESG, que había quedado denostada en favor de los objetivos medioambientales, acelerando que la Unión Europea se reafirmará en su “Pacto Verde”, y provocando la irrupción de una corriente de pensamiento, cada vez más mayoritaria, que ve en la crisis una oportunidad para realizar la transición climática.

En este contexto de incertidumbre, EFPA España ha realizado una encuesta entre 1.000 asesores certificados, con el fin de obtener información sobre los problemas que suscita la comercialización y demanda de productos financieros sostenibles y responsables entre su clientela. Los resultados muestran un aumento del interés general en este tipo de productos, tanto por parte de los profesionales del asesoramiento financiero como de sus clientes y una percepción sobre la mayor rentabilidad en el largo plazo de estos vehículos.

A mayor interés, una mayor demanda

Casi un tercio de los asesores ha observado un crecimiento en la demanda de fondos ISR, que se suma a un 34% que reconoce que, pese a que existe un interés creciente, los inversores no se atreven a entrar en ese tipo de productos.

Entre las razones para apostar por este tipo de inversiones, un 54% de los profesionales asegura que la causa es una mayor concienciación de sus clientes, mientras que un 39% lo asocia a razones puramente de rentabilidad, ya que los inversores consideran que estas inversiones ofrecen un mayor rendimiento a medio y largo plazo.

Tres de cada cuatro de ellos consideran que son más rentables en el medio y largo plazo que otros productos financieros de entre los denominados tradicionales, frente a un escaso 4% que cree que son menos rentables.

¿Qué implantación tiene la inversión sostenible en el mercado español?

Más de la mitad de los asesores financieros (54%) explica que ha incorporado hace poco tiempo la posibilidad de proponer a sus clientes la inversión sostenible; mientras sólo un 33% ya lo venía haciendo desde hace tiempo.

Para un 44% de asesores, la oferta en España de este tipo de vehículo es todavía escasa, frente a un 45% que sí la considera suficiente, aunque vería con buenos ojos que se incrementara.

De hecho, la disponibilidad y publicidad de este tipo de productos ha explosionado en el mercado español en los últimos dos o tres años, lo que ha ido un poco en línea con los esfuerzos de la UE para impulsar el sector.

Respecto de cuáles son los clientes que demandan más este tipo de productos, se menciona el nivel de conocimiento financiero como elemento fundamental, por delante de factores como la edad, el perfil de riesgo o nivel de renta.

Este conocimiento y confianza por parte de los inversores más sofisticados nos hace pensar que posiblemente todavía existe una tarea de formación por parte del asesor hacia su cliente medio respecto de las características y posibilidades de este tipo de productos.

Falsos mitos sobre las inversiones verdes

1. Los factores de sostenibilidad conllevan malas rentabilidades

La base teórica de este mito es que se limita el universo en el que se invierte por razones no financieras, se aumenta el error de seguimiento (el tracking error) y se corre el riesgo de quedar mal en las clasificaciones. En el contexto de la inversión sostenible, este mito se deriva de la práctica de excluir ciertos valores sobre la simple base de los productos fabricados por una empresa.

2. Exclusiones como foco principal

Las exclusiones no son el foco principal de la polarización para la mayoría de los fondos sostenibles en la actualidad. Muchos de ellos todavía utilizan algunas exclusiones, pero en su mayor parte, se trata principalmente de integrar criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo en sus procesos de inversión y de comprometerse con las empresas que invierten en estos temas para fomentar un mejor rendimiento en términos de ESG.

3. Inversión penalizada

La mayor parte de las investigaciones académicas llevadas a cabo sobre el rendimiento real de las carteras de inversión sostenible no ha mostrado ninguna penalización sobre la rentabilidad por parte de este tipo de inversión, y posiblemente incluso los resultados sugieren un rendimiento ajustado al riesgo positivo en lugar de negativo.

4. Más caros que sus competidores tradicionales

Es cierto que la gestión de un fondo sostenible requiere la utilización de datos externos, pero nada justifica que tengan que ser más caros. Además, los fondos sostenibles también se ven sometidos a la tendencia global de reducción costes y esto vale también para el universo de ETFs, cuyos costes en la gama sostenibles muestran un descenso prolongado.

5. Escasez de oferta

El lanzamiento de nuevos productos se ha acelerado en estos últimos años, tanto por el lado de la gestión activa como por el de la gestión pasiva. Los activos de los fondos sostenibles a nivel mundial se situaron en 837.000 millones de dólares a finales de marzo 2020, un 12% menos que el máximo histórico de 960.000 millones de dólares a finales de 2019. Europa siguió dominando el espacio, albergando el 76% de las ofertas sostenibles globales y el 81% de los activos totales.

6. Sólo los fondos sostenibles son sostenibles

Los fondos sostenibles suelen cumplir con su mandato de sostenibles, pero no son los únicos que aplican criterios ESG a la hora de seleccionar compañías para sus carteras. De hecho, el Rating de Sostenibilidad Morningstar se creó precisamente para ayudar a los inversores a valorar sus inversiones en función de estos criterios ESG, independientemente de si el fondo tiene un mandato de sostenibilidad o no.

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