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Algunas claves para la productividad de las economías

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Cada vez se nos despiertan más dudas sobre la evolución previsible de la “productividad” de nuestras economías. A menudo escuchamos que en los países desarrollados la productividad tiende a bajar, y sin embargo algunos nos preguntamos cómo es esto posible en un mundo en que trabajamos cada vez más por un coste menor y continuamente crece la externalización (outsourcing) de procesos y servicios. Por otra parte, y gracias a nuestro inseparable dispositivo móvil, estamos conectados de forma casi permanente a nuestras obligaciones laborales, lo que muchos denominamos “jornada continua”.

Recientemente escuchamos decir a Peter Praet, Economista Jefe del Banco Central Europeo, que:

“El envejecimiento de la población y las pensiones restarán puntos al crecimiento económico y presionarán los tipos de interés a la baja.”

Peter Praet, Economista Jefe del BCE

Por ello, será esencial el input de productividad que usemos en la ecuación para impulsar nuestro crecimiento potencial.

Cómo aumentar la productividad de nuestra economía

Miremos el caso de los EE.UU. Su economía se halla en un momento más avanzado del ciclo económico y a ello se une, además, un endurecimiento progresivo de la política monetaria debido a la subida gradual de tipos de interés y la retirada de estímulos por parte de la Reserva Federal.

Por todo esto, el aumento de la productividad será esencial para sostener el crecimiento.

3 puntos clave que mejoran la productividad

Según un Informe reciente de Morgan Stanley Research (*) tres son las claves para un impacto favorable sobre la productividad:

1. La Tecnología

El incremento de la inversión tecnológica provoca mejoras de productividad. Durante los últimos tres años, el gasto en tecnología ha crecido un 11% de media en EE.UU., lo que habría ayudado a elevar el crecimiento de la productividad al 1,3% anual.
Sin embargo, en opinión de Katy Huberty, lo mejor está aún por llegar.

Según esta analista, está emergiendo un nuevo ciclo de innovación orientado a las empresas, que tomará el relevo durante la próxima década a la innovación, centrada hasta la fecha en el consumidor.

2. El Comercio

La integración global y la competitividad comercial obligan a las empresas de los países desarrollados a innovar. Lo que, para los países emergentes, supone una utilización más efectiva de los recursos del trabajo para generar ganancias en productividad.

El caso emblemático sería la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio en 2001.

Desde la apertura al comercio de China en esa fecha, el crecimiento total de su productividad ha sido del 4,5% en media anual.

Adicionalmente, el comercio permite una más rápida difusión de los avances tecnológicos. Sirva de ejemplo que Apple lanzó su primer iPhone en 2007 y sólo una década después los smartphones invaden (e incluso abusan de) nuestro espacio vital, como decíamos al principio.

3. El Tamaño de las Empresas

Con independencia del debate sobre determinados riesgos relacionados con la concentración (prácticas monopolísticas, etc.) que siempre deberán ser controlados, parece lógico asumir que las empresas grandes permiten alcanzar ganancias más elevadas de productividad.

Para ello, influyen factores diversos, como serían: las economías potenciales de escala, su capacidad de inversión en innovación o el mayor acceso al comercio internacional, entre otras.

En el caso de España parece claro: tenemos muchas empresas “excelentes” pero demasiado pequeñas para competir globalmente.

Según McKinsey, las multinacionales representan menos del 1% de las empresas en EE.UU., pero suponen el 53% de las ganancias en productividad en los períodos de expansión y el 74% del gasto en I+D.

Conclusiones

En el caso de EE.UU., alumno aventajado del ciclo económico, estas distorsiones no llegarían en el mejor momento. Ahora que las condiciones monetarias son cada vez más restrictivas.

Esperemos que este impacto sobre la economía global no se haga sentir todavía durante el próximo año 2019… Eso sí, por si acaso seguiremos conectados al móvil.


Fuentes del artículo:


Sergio Míguez,
Chief Economist en EFPA España
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