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Planificación financiera: arte, ciencia y conocimiento

En su “Tratado sobre la pintura” Leonardo da Vinci, argumentó apasionadamente que la pintura podría mejorarse a través de una conciencia más profunda de los principios científicos. “Planificación financiera: arte, ciencia y conocimiento” por Carlos de Fuenmayor.

Las representaciones realistas de la forma humana, añadía, requieren no solo de maestría pictórica, también de una comprensión de los principios matemáticos y ópticos, como la geometría, la proporción, la forma, el movimiento, la distancia y la luz. 

El valor de este conocimiento es obvio para cualquiera que compare una pintura bidimensional sin vida del siglo XV con cualquiera de las obras maestras del siglo XVI de da Vinci.

Trasladado al ámbito del asesoramiento financiero, cabría preguntarse si la planificación financiera es un arte o una ciencia.

Personalmente creo que es un arte que utiliza herramientas científicas y que un buen asesor financiero necesita de ambas cosas para mediante técnicas financieras avanzadas y conociendo las esperanzas, los miedos, los sueños y las metas de sus clientes, encontrar la mejor solución para ellos.

La mayoría podríamos estar de acuerdo en que esto suena como una descripción razonable de la planificación financiera. Combina las habilidades interpersonales y la intuición con la teoría financiera mezclada con una gran cantidad de conocimiento aplicado. 

Pero, ¿cuál es la diferencia entre ciencia y arte?

Los médicos varían en su capacidad para comunicarse de manera efectiva con los pacientes, pero los consejos que dan tienden a ser consistentes porque se basan en una teoría sólida respaldada por evidencia. 

El arte implica subjetividad. Si el asesoramiento financiero es un arte, entonces es diferente de una profesión basada en la ciencia como la medicina. 

¿Qué pasaría si los médicos dejaran de leer revistas médicas, no recibieran capacitación en técnicas basadas en la ciencia y confiaran en su instinto? 

Muchos profesionales médicos holísticos practican técnicas de curación que no tienen efectividad comprobada (y también tienen muchos clientes leales).

El método científico utiliza teorías probadas con datos. Una teoría explica una relación entre a y b. Si una inversión tiene un mayor riesgo sistemático, esperamos que, en promedio, tenga un mayor rendimiento. 

Esta teoría se prueba utilizando datos observados

Es difícil imaginar un aspecto de la planificación financiera que no se base en una teoría que pueda ser probada. 

Si la evidencia es consistente con la teoría, comenzamos a incorporarla en nuestras recomendaciones. Si la teoría no se sostiene, la descartamos y buscamos una nueva teoría. En esencia, el objetivo de la ciencia es comprender la realidad.

Un asesor puede probar una nueva técnica de planificación, observar si funciona con un cliente y luego adoptar o rechazar la técnica en función de la respuesta del cliente. 

Esto imita el método científico, excepto que el tamaño de la muestra de la prueba empírica es uno. Después de que los asesores hayan tratado con cientos de clientes, tienen una idea mucho mejor de lo que funciona y lo que no. Pero eso no significa que hayan desarrollado un arte. 

A lo sumo habrán desarrollado un conjunto de técnicas que se probaron en su propia muestra limitada de clientes. Y a veces las técnicas que funcionan, en el sentido de que conducen a clientes satisfechos, no son necesariamente las mejores técnicas que un planificador podría haber elegido. 

Los pacientes con cáncer pueden obtener una gran satisfacción de su acupuntor, pero pueden haber obtenido mucho más de un oncólogo.

Creo que en la planificación financiera debería haber mucha más ciencia. Los planificadores necesitan mucho más apoyo de la comunidad científica, tanto en la investigación como en la comunicación de los resultados de la investigación.

¿Cómo abordan los científicos la planificación financiera? 

Los economistas basan sus modelos en la teoría de la utilidad y su maximización que se convierte en lo que se conoce como la función objetivo o, en última instancia, el propósito de la vida.

Los planificadores ya están utilizando la teoría de la utilidad cuando hacen recomendaciones de sentido común, como mantener una cartera diversificada con una cantidad adecuada de riesgo de inversión. 

También la están utilizando cuando recomiendan un seguro de vida (para proteger a los supervivientes contra una fuerte disminución del gasto), un seguro por discapacidad, un seguro de atención a largo plazo e incluso ahorrar para la jubilación. 

Es importante comprender la teoría de la utilidad porque también es la razón por la cual muchas prácticas de planificación comunes vuelven locos a los economistas al estar la planificación tradicional orientada a la venta de productos.

Las recomendaciones de los planificadores y académicos difieren porque los clientes no siempre son robots que maximizan la utilidad. 

Son emocionales, se asustan cuando los mercados caen a pesar de su supuesta tolerancia al riesgo, se centran más en objetivos que en suavizar el consumo, tienen dinámicas familiares que hacen poco prácticas las recomendaciones óptimas y tienen problemas para seguir el plan.

La segunda razón por la que la práctica no parece ciencia no es tan legítima. A veces, la práctica común se acepta porque es lo suficientemente buena o porque se ajusta a la función objetivo del asesor. 

¿Cuál es la función objetivo del asesor? 

Para muchos planificadores veteranos, las recomendaciones de los científicos no siempre parecen tan útiles. 

Incluso si un asesor sabe que una estrategia recomendada es teóricamente óptima, eso no significa necesariamente que un cliente la vaya a seguir. La recomendación correcta puede ser una que reconozca tanto la idiosincrasia teórica óptima como la conductual del cliente.

Si hay un arte en el asesoramiento financiero está centrado, precisamente, en el ámbito de las finanzas conductuales, donde el asesor debe lograr una alineación positiva de las emociones de sus clientes con sus decisiones financieras y los objetivos  más importantes en su vida; haciéndole asumir las metas como el resultado y moviendo el marco de referencia hacia objetivos a largo plazo, evitando la evaluación del valor del asesor a través del rendimiento de la cartera a corto plazo.

Da Vinci consideraba al arte y a la ciencia, inseparables

Pero planificar con éxito exige también, de una cierta cantidad de intuición y habilidades de comunicación pero sobretodo de algo que no puede sustituir todo el arte del mundo: el imprescindible ingrediente del conocimiento.

Una buena planificación financiera, como el arte, requiere también de una profunda comprensión científica y de la capacidad de imaginar cómo se pueden utilizar las herramientas científicas para mejorar la calidad de los consejos.

Carlos de Fuenmayor,
Especialista en Finanzas/Asociado EFPA España.

Artículo publicado en CityWire.

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