Jonás Pallás Gabás, ingeniero y economista con más de dos décadas de experiencia en el sector energético, ha desarrollado una trayectoria que integra ingeniería, economía y finanzas, desde la consultoría hasta el análisis de riesgo de crédito para grandes clientes. Combina el análisis financiero con soluciones basadas en inteligencia artificial, ámbito en el que fue ganador de la competición interna de Enel Hack Your X-Minds con EVA, un agente autónomo inteligente para el ahorro energético. Miembro de EFPA y del Ilustre Colegio de Economistas de Barcelona, abordará la inversión en nuevas tecnologías y por qué los fondos masivos no logran captar todo su potencial.
En el año 2000, el concepto de nuevas tecnologías se asociaba a todo lo relacionado con internet, la comunicación digital y el audiovisual. Aquellas innovaciones, hoy plenamente desarrolladas, muestran hasta qué punto este término evoluciona constantemente: lo que ayer era nuevo, hoy es maduro, y siempre surgen tecnologías que redefinen el panorama.
En la actualidad, prácticamente todos los sectores incorporan innovaciones propias, aunque hay una que destaca por encima de las demás: la inteligencia artificial. De una forma u otra, está presente en la mayoría de avances y lo estará cada vez más. Sin embargo, este artículo no trata de la IA, sino de cómo invertir con criterio en empresas de nuevas tecnologías de cualquier ámbito.
Tecnologías emergentes y la falsa exposición de los fondos masivos
Mi intención es dirigirme a aquellos inversores cuya estrategia, total o parcialmente, se orienta hacia el sector tecnológico. A menudo, los ETF y fondos de inversión tecnológicos que se comercializan de forma masiva no logran captar la rentabilidad que realmente puede generar este tipo de compañías. Tras analizar las empresas en las que suelen invertir estos fondos, he comprobado que la mayoría son compañías consolidadas, amplias en estructura y diversificadas en sus líneas de negocio.
En no pocas ocasiones, se aprovecha que alguna división de estas empresas participa mínimamente en una tendencia tecnológica para justificar su inclusión en el fondo, aunque esa actividad tenga un peso irrelevante en su facturación. El resultado es que la exposición real a la tecnología de futuro queda muy diluida y, en consecuencia, también la rentabilidad que esas tendencias podrían aportar.
La consecuencia directa es clara: invertir a través de fondos masivos limita la capacidad de participar en el crecimiento exponencial que sí generan las empresas verdaderamente inmersas en el desarrollo tecnológico. Un ejemplo ilustrativo lo encontré en un ETF, supuestamente centrado en empresas del sector de baterías para automóviles, que incluía tanto a grandes fabricantes de baterías —como la china CATL— como a empresas de toda la cadena de suministro, incluidas compañías mineras dedicadas a la extracción de litio. Es decir, una parte sustancial de la inversión se destinaba a actividades muy alejadas del núcleo tecnológico que se pretendía representar.
El conocimiento como clave inversora
Para corregir esta discrepancia entre expectativa y realidad es imprescindible basarse en el conocimiento profundo de la tecnología y de sus mercados. No todas las innovaciones tienen el mismo horizonte temporal ni el mismo grado de probabilidad de desarrollo. Comprender su naturaleza, su estado de madurez, su cadena de valor y sus aplicaciones es esencial para identificar aquellas empresas con un potencial de crecimiento real.
Después, es necesario determinar cuáles de ellas cotizan en los mercados bursátiles, ya que muchas compañías relevantes y con buenas perspectivas todavía no han dado ese paso. Finalmente, conocer a fondo cada empresa desde una perspectiva tecnológica, estratégica y financiera permite discernir si ofrece una oportunidad auténtica o si su papel en la tendencia es accesorio.
Todo este proceso exige conectar conocimiento, análisis y seguimiento continuo del mercado. Para identificar oportunidades de crecimiento y capturar la rentabilidad que generan las empresas tecnológicas emergentes, el inversor necesita un acompañamiento especializado. Ese es mi propósito: ofrecer una visión y un trabajo que no están al alcance de los fondos y ETF masivos, ya que las verdaderas oportunidades solo se descubren mediante una dedicación diaria a la investigación y al estudio de compañías que no figuran en los productos convencionales.

