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Hipotecas: El sinsentido económico del impuesto de actos jurídicos documentados

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El tira y afloja en el seno del Tribunal Supremo a raíz del debate sobre quién debería pagar el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados (AJD) al firmar una hipoteca, ha eclipsado el debate de fondo sobre la idoneidad del propio impuesto sobre las hipotecas y sus aviesas implicaciones.

Al margen del lío generado por la descoordinación del Tribunal y el populismo del Presidente del Gobierno (que anunció acto seguido al fallo que revertiría la sentencia vía RD para que los ciudadanos “nunca vuelvan a pagar dicho impuesto”) lo sustancial es entender la lógica perversa del impuesto y su sentido anti-económico.

Huelga decir, por cierto, que la única manera de que los clientes no acaben pagando el impuesto es suprimiéndolo.

Por qué el impuesto sobre las hipotecas es un sinsentido económico

Existen diversas opiniones al respecto sobre cómo este impuesto sobre las hipotecas afectará al sector bancario. Lo más probable es que apenas tenga una afectación real en la rentabilidad total de las entidades.

Ya que, básicamente, el impuesto en el largo plazo únicamente servirá para encarecer de manera generalizada del crédito en el conjunto del sistema.

En este sentido, el ejecutivo presidido por Sánchez se ha centrado en analizar únicamente el efecto óptico y mediático de la medida. Ignorando las consecuencias en el largo plazo que este tipo de medidas implican en cualquier orden social.

Cómo afecta a la sociedad la medida del impuesto sobre las hipotecas

Lo único cierto es que la iniciativa del gobierno alumbra hipotecas más caras.

Lo pagan los accionistas.

Si el impuesto incluye una aplicación retrospectiva, esto afectará los beneficios de la entidad. Con el consiguiente impacto negativo en el dividendo de millones de accionistas. Dentro y fuera de España.

Huelga decirlo, tales dividendos tributan también en España. Lo comido por lo servido, con lo que respecta al impacto sobre el Tesoro Público.

A primera vista, desde un punto de vista recaudatorio, se trata de un gravamen sin impacto. Sin embargo, el análisis más elemental nos descubre un efecto regresivo en el conjunto de la economía. Ello, por diferentes motivos:

Realmente, lo pagan los clientes.

Primero y más importante, porque el encarecimiento del crédito hipotecario supone castigar uno de los principales ascensores de mobilidad social del país. Además de ser el principal vehículo de ahorro para el grueso de los hogares españoles.

Cómo afecta el impuesto sobre las hipotecas a los clientes de banca

En efecto, para muchas familias, tener acceso a crédito competitivo (a buenos precios) supone la oportunidad de poder comprar una mejor vivienda.

De esta forma, gracias a la hipoteca, miles de familias acceden cada año a mejores barrios, mejores colegios, y pueden crear mejores hogares para sus hijos. Un buen ejemplo es el propio Pablo Iglesias, principal promotor del impuesto.

¿El impuesto afecta a todos por igual?

Por otro lado, para la gente que dispone de mayores recursos económicos, este acceso al crédito no es tan crítico para la consecución de sus objetivos financieros. Ya que suelen contar con un balance inversor más diversificado y menos dependiente de la vivienda habitual.

Es por esto que, decimos, se trata de un impuesto regresivo: ya que entorpece la movilidad social y el ahorro.

Además, es profundamente injusto en tanto en cuanto su peso recae sobre el grupo de personas cuya demanda es más inelástica al crédito (básicamente clases medias y bajas con menor poder adquisitivo) y poco o nada sobre aquellos que ya disponen de una buena musculatura financiera. Basta economía en dos tardes.

Efectos del impuesto sobre las hipotecas a nivel macro

Un análisis macro revela que, pese a que la recaudación de este impuesto es ridícula. Como apuntábamos más arriba, apenas llega a los 2.000 millones de Euros. En cambio, sí que llega en un momento delicado del ciclo.

Todo lo anterior, en un escenario global donde los tipos de interés solo pueden ir al alza.

Es decir, con el impuesto sobre las hipotecas, se establece un tributo que recae exclusivamente sobre las clases medias. Y además, en un momento donde la tensión financiera en los hogares es ya muy alta y solo puede ir a más.

Un sinsentido económico, político y social, que evidencia falta de criterio y un peligrosísimo cortoplacismo.

En conclusión

El lío judicial y el ruido político no nos ha de distraer sobre el tema de fondo. Y es que el impuesto AJD carece de sentido económico y tiene un importantísimo componente regresivo desde el punto de vista social.

Por el contrario, urge fijar la vista en el largo plazo, que permita emprender una vía reformista que devuelva la eficacia y estabilidad perdida a la ley hipotecaria, históricamente (como ha señalado Javier Santacruz) uno de los grandes logros legislativos de nuestro país, y cada vez más desfigurada tras el populismo político iniciado tristemente tras la Gran Crisis Financiera.

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Luís Torras, Certificación EFPA European Investment Practitioner (EIP)

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