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Nouriel Roubini: “EE. UU. utiliza el dólar como arma de política exterior y de seguridad nacional”

Nouriel Roubini, el economista conocido como “Dr. Doom” por sus acertadas y tempranas previsiones sobre la última gran crisis financiera, llega a Madrid el 13 de noviembre para celebrar el 25 aniversario de EFPA España. Lo hace dispuesto a analizar las debilidades que podrían sacudir la economía global: desde la sostenibilidad fiscal de Estados Unidos hasta el futuro del dólar como moneda de reserva, como muestra también en esta entrevista previa que realiza Luis Torras antes del paso de Roubini por Madrid y que compartimos en el número 22 de Asesores Financieros EFPA.

Sr. Roubini, ¿Cómo evalúa la evolución del balance fiscal estadounidense? ¿Se está gestando un catalizador para una crisis a corto plazo, o más bien, una vulnerabilidad latente que podría tardar años en desarrollarse?

El déficit fiscal estadounidense y la acumulación de una enorme deuda pública son motivo de preocupación, y la nueva ley de presupuestos añade más presión tanto sobre el déficit como sobre la deuda.

En el largo plazo, no veo riesgos de una crisis financiera inminente, porque Estados Unidos sigue siendo la mayor economía del mundo y el mayor mercado de bonos. Un escenario posible es que la disciplina del mercado aumente la presión sobre los rendimientos y fuerce cambios. En otros países, cuando la deuda es insostenible, se produce una crisis de deuda. En el caso de Estados Unidos, una mayor exigencia por parte de los mercados podría forzar ajustes fiscales, aunque para ello las tasas deberían subir mucho más. El gran beneficio de EE. UU. es que se endeuda en su propia divisa.

Por otro lado, siempre está la opción de reducir el valor real de la deuda pública a través de un aumento inesperado de la inflación, lo que disminuiría su peso real. Estados Unidos sigue siendo la divisa de reserva global, por lo que la demanda de dólares y fondos aún es significativa.

¿No está en riesgo esa privilegiada posición del dólar?

Existe el riesgo de que, con el tiempo, este privilegio se vaya erosionando, pero sería un proceso paulatino. Esta demanda estructural de dólares permite a EE. UU. financiar más déficit, a menor coste y durante más tiempo, lo que limita el margen de los mercados para imponer disciplina fiscal, como ocurre en países como Italia, Reino Unido o Francia. Es una situación que puede cambiar, pero que no considero un riesgo a corto plazo.

Un apunte adicional: recientemente EE. UU. ha modificado la estructura de su deuda mediante la emisión de bonos a más largo plazo, buscando mantener un liderazgo en esos tramos. La mejor solución a este problema sería una combinación de reducción del gasto público y aumento de impuestos, pero la voluntad política en Estados Unidos para avanzar en una u otra dirección es limitada.

Además, está el crecimiento, que sigue mostrando fortaleza, Sr. Roubini…

Efectivamente. Ese es otro factor clave. Estados Unidos, gracias a su liderazgo tecnológico, está incrementando su crecimiento potencial futuro, con un PIB más dinámico que puede ayudar a normalizar la ratio deuda/PIB.

De este crecimiento, muy apoyado en la digitalización y la inteligencia artificial, se desprende otra consecuencia: la desaparición de empleos, lo que podría requerir el desarrollo de mecanismos de redistribución como una renta básica universal u otras ayudas.

¿Cómo cree que puede evolucionar el papel del dólar estadounidense en las próximas décadas en relación con otras divisas?

No anticipo cambios significativos en el papel del dólar. Por un lado, Estados Unidos mantiene un déficit fiscal alto y sigue liderando los mercados de emisión de deuda. Por otro, está utilizando el dólar como “arma” y herramienta de política exterior y de seguridad nacional, lo que genera recelos en su uso. Es el caso de Rusia o China, donde EE. UU. ha dejado claro que empleará el dólar para defender sus intereses estratégicos. Esto alimenta la búsqueda de refugio en activos como el oro u otros que no estén sujetos a estas dinámicas. Algunos analistas sostienen que este hecho podría marcar el fin del “excepcionalismo” del dólar, aunque considero esa visión exagerada.

¿Puede explicarnos por qué, Sr. Roubini?

En primer lugar, el crecimiento económico estadounidense será más alto que el de cualquier otra economía avanzada, gracias a la tecnología, lo que atraerá capital y aumentará la demanda de dólares. En segundo lugar, no existe aún un sustituto claro, incluso para quienes no quieran tener dólares. Recuerdo una anécdota de Larry Summers que, con ironía, decía: “A la gente no le gusta el dólar, pero Europa es un museo, China es una cárcel, Japón es un asilo, y Bitcoin un experimento. ¿Cuál es la verdadera alternativa al dólar estadounidense?”

Todas las alternativas presentan limitaciones. El euro es y seguirá siendo una moneda de reserva global, pero su papel está restringido por problemas estructurales. China puede aspirar a internacionalizar el yuan, pero los controles de capital, la falta de un Estado de derecho sólido, los límites a la convertibilidad y la ausencia de un mercado financiero profundo dificultan ese camino. Japón es demasiado pequeño, y Bitcoin, en todo caso, compite más con el oro que con el dólar. Sea cual sea su evolución, no sustituirá al dólar estadounidense. Por eso creo que el dólar seguirá desempeñando un papel central.

¿Qué gran riesgo en el entorno actual cree que está más infravalorado?

En mi libro MegaThreats mencionaba diez grandes amenazas a la economía global. Hoy, mi mayor preocupación es el riesgo de desglobalización, proteccionismo y guerras comerciales. Algunos de estos impulsos proteccionistas derivan de fenómenos económicos, de los choques entre ganadores y perdedores, tanto entre países como dentro de cada uno. En los últimos años hemos visto un freno a la globalización. A esta dinámica económica se suma ahora una rivalidad geopolítica creciente. EE. UU. mantiene una relación compleja con sus socios, al tiempo que la beligerancia de potencias antagonistas como China, Irán o Rusia se intensifica. Todo ello conduce a una fragmentación de la economía global y a un mayor énfasis en la seguridad, en detrimento de la eficiencia económica, como se observa en las cadenas globales de valor. Y esa es, en mi opinión, una de las principales amenazas para el crecimiento futuro.

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