Esta semana se cumplen 15 de la quiebra de Lehman Brothers. Ese mismo año, España ganaba la Eurocopa, Apple estrenaba su iPhone 3, Pekín celebraba unos JJOO y Brack Obama y José Luis Rodríguez Zapatero revalidaban sus mandatos en las urnas.
Sin embargo, fue la quiebra de unas de las instituciones financieras más importantes de los Estados Unidos lo que marcó el signo de los tiempos, convertidos estos en años que se conocerían como la Gran Recesión, que afectó a la economía mundial a finales de la década de los 2000.
Primer acto: la quiebra
El 15 de septiembre de 2008, la firma de inversiones y servicios financieros Lehman Brothers (con una larga tradición en Wall Street) presentó una solicitud de quiebra tras acumular enormes pérdidas al exponerse a activos respaldados por hipotecas de alto riesgo (que ya todos conocimos como “subrime”). La firma no era capaz de obtener financiamiento en los mercados y, finalmente, quebró.
Segundo acto: el efecto en cadena
Que el sistema financiero se extiende a nivel mundial con un sistema parecido al de los vasos comunicantes es algo que, desgraciadamente, aprendimos aquel año. La quiebra desencadenó en una crisis financiera global: no fueron pocos los bancos y entidades financieras que empezaron a sufrir pérdidas, mientras los mercados se vieron apoderados por el pánico, con valores que experimentaron caídas de vértigo en todos los índices bursátiles. Los ahorros e inversiones de muchas personas se vieron seriamente dañados.
Tercer acto: los gobiernos responden
Acción, reacción. Los gobiernos de todo el mundo tomaron una serie de medidas con un objetivo común: estabilizar los mercados financieros y evitar el colapso. Bancos centrales como la Fed y el BCE inyectaron grandes cantidades de dinero en el sistema financiero para mantener sus constantes ‘vitales’. Eso conllevó préstamos a los bancos comerciales y la compra de activos problemáticos. Algunos gobiernos implementaron programas de rescate bancario para rescatar instituciones en dificultades y programas de estímulo fiscal, para impulsar la demanda y la actividad económica.
Cuarto acto: analizar la quiebra y reformar
Después de la tormenta, llegó el momento de ententer qué había pasado y desarrollar y aplicar reformas financieras y regulatorias para fortalecer el sistema financiero y abordar algunos de los problemas que arrastraba el sector. MiFID II, en 1018, fue una de las revisiones más importantes que buscó abordar algunas de las deficiencias regulatorias identificadas en 2008 (y que la anterior MiFID, estrenada en 2007, no solucionaba). Por ejemplo, se apostó por aumentar la transparencia en los mercados proporcionando más información y más detallada a los inversores, con la que poder prevenir prácticas arriesgadas y protegerlo.