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Josep Soler: “La IA es un extraordinario apoyo al asesoramiento financiero personalizado sin poder sustituirlo”

IA

Titulado “La inteligencia artificial (IA) y la inversión”, compartimos este artículo escrito por Josep Soler, delegado ejecutivo de EFPA España.


En la gestión de carteras, el potencial de la IA a corto plazo podría ser extraordinario, pero la mejora en los rendimientos de las carteras gestionadas bajo parámetros IA no será tan obvia cuando la IA esté generalizada.

Quizá sea demasiado pronto para evaluar si la inteligencia artificial (IA) transformará a medio plazo la industria de la inversión o si, al contrario, ya vamos tarde. Como remarca uno de los más prolíficos autores y blogueros sobre IA, Eliezer Yudkowsky, “el mayor peligro de la IA es que la gente crea demasiado pronto que entienda en qué consiste”.

Maravillas y riesgos de la IA

En todo caso, se habla tanto de los riesgos y las maravillas de la IA que empieza a ser hora de que elucubremos sobre cómo podría (y cómo no podría) incidir en las principales tareas vinculadas a la inversión: el análisis financiero, la gestión de carteras y el asesoramiento y planificación financiera personal, y sobre los efectos que podría tener en los inversores.

Entendamos ante todo que podemos hacer referencia hasta ahora (y probablemente durante bastante tiempo) sólo a la inteligencia artificial “tradicional” o “limitada” (IA) materializada, por ejemplo, en los bots como el ChatGPT de OpenAI, en contraposición a la aún hipotética inteligencia artificial general (IAG) o fuerte (IAF), aquella que emularía la comprensión y aprendizaje del ser humano, aún en ciernes, si bien en fase de investigación intensiva.

Volviendo a los efectos en las principales tareas financieras; primero, en el análisis de inversiones o el análisis financiero trasladado a empresas, vehículos de inversión o carteras, es muy posible que podamos asistir a un aprovechamiento y sofisticación de las aplicaciones actuales que, a través del tratamiento masivo de datos, favorezcan el trabajo de los analistas con una potente interacción de datos y escenarios. Ciertamente el “toque humano” de un buen analista seguirá siendo imprescindible, pero el apoyo al análisis que ofrecerá será muy importante, así como la facilidad que permitirá para acceder al análisis a asesores e inversores.

IA: un gran potencial

En segundo lugar, la gestión de carteras. Ciertamente, también en este ámbito el potencial de la IA a corto plazo podría ser extraordinario, pero la mejora en los rendimientos de las carteras gestionadas bajo parámetros de IA no será tan obvia cuando la IA esté generalizada. La gestión activa de carteras con el apoyo de IA puede tener ventajas competitivas iniciales, pero podrían convertirse en irrelevantes cuando una mayoría de gestores compartan una metodología equivalente.

También en este ámbito, hoy en día no podemos prever cuando la IA podría empezar a sustituir emociones, sesgos personales positivos (esperamos que sí ayude a superar los conductuales o negativos), y la previsión, aunque sea solopreventiva, de los llamados “cisnes negros” o eventos inesperados y hoy imprevisibles. La necesidad de la intuición personal en la operativa de gestión todavía requerirá el uso del factor humano bajo la IA. Quizás en este comentario sobre la gestión de carteras toca mencionar que la consideración de la inteligencia artificial como la gran tecnología disruptiva en estos momentos está empujando hacia arriba las cotizaciones bursátiles de un gran número de empresas tecnológicas maduras y otras más recientes, tan sólo por la expectativa del negocio esperado en la IA.

Asesoramiento: lejos de poder prescindir de lo humano

Finalmente, en el ámbito del asesoramiento y la planificación financiera –de entre las tres, la actividad más vinculada a conocer las características personales, objetivas y subjetivas de cada inversor- será donde probablemente la IA puede quedar más lejos de poder ofrecer soluciones “autónomas o automáticas” entendidas sin la participación humana del profesional.

Sin duda, la IA generativa o los bots podrán ser revolucionarios al facilitar el trato con los clientes, dándoles información, explicaciones y, en general, llegando para muchos clientes a un servicio en el que el profesional por sí mismo ahora no puede llegar por sus límites recursos y tiempo. O incluso determinando en el apoyo al profesional en la selección de productos o activos dentro de su labor de asesoramiento, en que la IA puede jugar un papel muy útil. La capacidad, de entre el universo de alternativas, para seleccionar un producto o combinación de productos de inversión para un inversor personalizado (este sí, definido por el mismo asesor humano) será una contribución formidable para el profesional financiero y mejorará el asesoramiento a los inversores y la planificación de sus finanzas personales.

En cambio, en el conocimiento profundo del inversor y de sus preferencias, la IA tiene y tendrá limitaciones y riesgos equivalentes a los que se detectan en medicina o en conducción autónoma. En definitiva, la IA se presenta como un extraordinario apoyo al asesoramiento financiero personalizado sin poder sustituirlo. Eso sí, a la espera de la IAG o la IAF.

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